6 mareros quemados.
Eso fue lo que se necesitó para que la paz retornara a San Juan Sacatepéquez. Como en la famosa obra de Lope de Vega Fuente Ovejuna, el pueblo tomó la justicia en sus manos y eliminó la plaga de inseguridad y terror que los delincuentes habían establecido.
Los habitantes de San Juan Sacatepéquez, organizados en patrullas ciudadanas, se encargan de hacer el trabajo policial mientras la policía brilla por su ausencia. Tanto hombres como mujeres se reparten las labores de vigilancia diaria y nocturna y los malhechores y ladrones son aprehendidos rápida y eficazmente, bajo la mirada vigilante de los mismos habitantes del pueblo.
No estoy advocando hoy el tomar la justicia en las manos del pueblo. Respeto, eso sí, muchísimo la determinación y valentía de los sanjuaneros y les deseo suerte en su faena. Pero más importante que discutir sobre quién tiene que ejercer las labores de vigilancia es indicar la razón por la cual la criminalidad prácticamente ha desaparecido en San Juan:
6 mareros quemados.
No necesitamos quemar ladrones para que la inseguridad y el temor desaparezcan. Es suficiente con que las leyes se hagan cumplir. La única razón por la que los delincuentes buscan otros lugares para delinquir en vez de hacerlo en San Juan es que el castigo es certero.
6 mareros quemados. Si robas te atrapan. ¿Dónde más en Guatemala es eso una aseveración verdadera?
Necesitamos que exista la certeza del castigo. Mientras esta condición no se cumpla, no terminaremos con la criminalidad en nuestro país.
No comments:
Post a Comment