No se me olvida que hace 15 años o algo así mirábamos con mi esposa las noticias cuando había invasiones de terrenos y la frase de los invasores era siempre "el gobierno debe ponerse la mano en la consciencia porque no tenemos casa, blah blah blah..."
Ya me imagino estos días a los concesionarios de General Motors y Chrysler en los Estados Unidos quejándose de haber perdido su negocio "el gobierno debe ponerse la mano en la consciencia porque no tenemos negocio, blah blah blah..."
Alrededor de 3,200 concesionarios de estas compañías perdieron sus franquicias durante las recientes bancarrotas y no recibieron ninguna compensación, al amparo de las negociaciones orquestadas por el gobierno de Obama bajo las provisiones del famoso "capítulo once". Según el Wall Street Journal, la compensación típica para cada concesionario cuya franquicia es cancelada es de alrededor de dos millones de dólares. Obviamente, el poder cancelar las obligaciones de las armadoras con todos estos comerciantes sin penalidades fue una gran ventaja y un "logro" para la administración Obama y las "sufridas" compañías.
El problema es que los concesionarios no se fueron a su casa a llorar en privado sino que fueron a llorar con sus representantes al congreso. Ahora el congreso americano está pasando una propuesta de ley para que los concesionarios sean reinstalados, lo cual completamente derrota el propósito inicial de reducir los gastos de las armadoras, una vez superada la bancarrota.
Esa es la mitad del cuento.
La otra mitad es que entre las condiciones que ha puesto el gobierno a estas compañías está el producir vehículos "sub-compactos" y de bajo consumo de combustible.
¡Suena bien!
El problema es que, mientras GM, Ford y Chrysler, por no mencionar a todas las demás compañías de automóviles, se ganan de $5,000 a $7,000 por cada pickup ó SUV que venden, la ganancia típica en un vehículo subcompacto producido en Corea, México o Brasil es de apenas $1000 a $1500. Si el vehículo es producido en Estados Unidos, esa magra ganancia va a desaparecer. Sin embargo, el Chevy Spark, vendido abajo de costo por una reorganizada GM va a venir con un sticker que proclamará con orgullo "Made in the USA".
Toyota, Hyundai, Honda, Nissan, todas tienen plantas ensambladoras en los Estados Unidos y ninguna de ella produce vehículos pequeños en ese país. Debido a la baja demanda que ese tipo de vehículo tiene en el mercado local, no se logra producir un número suficiente de unidades que justifique la inversión y reduzca los costos de manufactura. De hecho ¡los vehículos pequeños vendidos por GM, como el Chevrolet (Suzuki) Aveo son manufacturados en Corea!
Así que el fin es político - no es económico. Lo que demuestra una vez más que lo que es buena política es mala economía y la buena economía es mala para los políticos.
A ver cuánto dura la nueva GM. Con ese estilo de gerencia yo no invertiría un centavo partido por la mitad en acciones de esa compañía.
1 comment:
Obama está administrando su país con las mismas metodologías de los países latinoamericanos.
Pronto se nos unirá al tercer mundo.
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