Niño en Cité Soleil - un barrio pobre en Port-au-Prince, cerca del aeropuerto. Foto de Wikipedia Commons
Siempre se comenta cómo en las tragedias debidas a desastres naturales, sean éstos huracanes, terremotos o tsunamis, los más pobres son siempre los más afectados. Según Wikipedia el huracán Katrina causó en los Estados Unidos sólamente 2541 víctimas fatales (entre muertos y desaparecidos). El terremoto en Haití ha causado, según las últimas noticias, más de 200,000 muertos. He visitado Port-au-Prince varías veces y de mi conocimiento del lugar, no me parece que Katrina hubiese sido mucho más benigna... ¡quién sabe cuanta gente hubiera muerto por los deslaves e inundaciones!
2500 contra 200,000. Siempre son los más pobres.
Si bien morir es barato y fácil para los pobres, la sobrevivencia diaria es una odisea. Hace algunos meses mostraron en un reportaje de la Prensa Libre cómo los haitianos comían lodo - literalmente, hacen galletas de lodo para calmar los efectos del hambre. Lo más triste es que es un negocio hacer y vender las dichosas galletas. Así que comen lodo y tienen que pagar por él.
Y todo es caro - cuando se compra en pequeñas cantidades todo es muy caro. Mucha gente no me cree esto, pero es cierto: en Haití se puede comprar un (1) fósforo - no una cajita de cerillos ni un sobrecito de fósforos sino un (1) pinche fosforito. ¿A cómo saldrá el sobre completo o la caja completa? Imaginaba yo, en mi horror al conocer de esta práctica de vender un (1) pinche fosforito qué pasaba con ese pobre niño haitiano que compra el fosforito (uno) en la tienda de la esquina, con su último céntimo de gourde, y corre a prender el fuego para calentar agua y el fosforito se apaga antes de poder iniciar las brasas! ¡Qué tragedia!
¿Y cuál es la razón de tanta pobreza? Al fin y al cabo, Haití y la República Dominicana comparten la misma isla, así que no es falta de recursos naturales puesto que la RD es un país muchísimo, infinitamente más próspero; tanto así, que el problema de la RD es la gran cantidad de haitianos ilegales que tratan de ganarse el sustento en los campos y la construcción de casas, por no mencionar los lupanares de mala muerte y los semáforos...
Tampoco es la supuesta "explotación del pueblo por los ricos" como seguramente dirán la Margarita Carrera y todo su séquito de columnistas comunistoides y trasnochados. De hecho, en Haití al momento del terremoto quedaban casi sólo dos "clases" de gente: los muy ricos, que no les importa nada porque tienen de todo incluyendo casas en Miami y Santo Domingo y salen volando al menor indicio de problemas, y los muy pobres, que no saben ni hablar francés ni leer ni hacer nada y no consiguen trabajo por la misma razón. (Los que creen que en Haití se habla francés lo hacen porque nunca han visitado el lugar - la gente habla un patois local, el creole, que es una mezcla increíble, por no decir otra cosa, de inglés con francés con español con quién sabe qué - algo así como el medio hombre medio oso medio cerdo de South Park). La clase media, la gente educada y trabajadora, que sí sabe francés y en su mayoría también hablan inglés y/o español, ya hace rato que emigró y dejaron el país completamente libre de talento local.
Así que los ricos se quedaron y sí, se hacen más ricos haciendo negocios con los pobres pero, al fin, les proveen trabajo en las fábricas y almacenes y les proporcionan los artículos esenciales para vivir, que si no fuera por ellos, no serían importados al país. (En Haití no se produce casi nada).
Una verdadera tragedia. Haití, un lugar que podría ser paradisíaco y un ejemplo para los países negros y africanos (fue la primera nación negra independiente en 1804) pero que ha degenerado en un lugar triste, pobre y sucio, un desastre medio-ambiental y una vergüenza para las élites intelectuales de origen africano. (Y digo esto con el completo acuerdo de mis amigos haitianos con los que he discutido el tema).
Falta ver si los miles de millones de dólares de ayuda que están fluyendo ahora mismo al país, sumido en la más total devastación por el terremoto, realmente ayudan a la construcción, que no será reconstrucción en realidad, de ese lugar cuya gente sí se merece un futuro mejor pero que, por los azares de la historia y la política, se la pasa comiendo lodo.
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