Monday, April 20, 2009

¡Escondete m'ijita, que allí viene el obispo!


Imagen de ABC Digital

La iglesia Católica, Apostólica y Romana no necesita más escándalos. Sin embargo, nadie, desde el Papa Ratzinger para abajo, parece darse cuenta.

El presidente de Paraguay, el ex-obispo Fernando Lugo enfrenta un segundo reclamo de paternidad en menos de dos semanas. Ahora el niño tiene 6 años y la mamá, Benigna Leguizamón, de 27, quiere que el ex-obispo también le pase para la leche.

Lo más triste del caso es que Benigna indica que acudió al padre Lugo para que la ayudara con problemas personales y el sacerdote se aprovechó de ella y la embarazó.

El padre Lugo es emblemático de los sacerdotes católicos, que manejan una doble moral ante el dilema de tener apetitos carnales y enfrentar los mismos contra el voto de castidad de la curia. La iglesia es culpable, por no reconocer la calidad humana de los sacerdotes y eliminar el celibato. Encima es más culpable, cuando esconden la basura bajo la alfombra, como todos hemos visto, trasladando a los curas de parroquia cuando comienzan a tener problemas con los ó las fieles.

Y el padre Lugo es culpable de obedecer al papa. No usó condón con Benigna tampoco.


4 comments:

Luis FIGUEROA said...

¿Te imaginas al padre Lugo cuando la mara se iba a confesar con él y le contaba que había tenido un hijo fuera de matrimonio? ¿Te lo imaginás dándole consejos, e imponiéndole penitencia? ¿Te lo imaginas predicando la responsabilidad, el amor, la honestidad y todas esas cosas? ¡Que huevos!, dirían en mi pueblo.

Zarek said...

A eso me refería con la doble moral. Ejemplificada con el comentario de nuestro amigo Edwin - los obispos no tienen hijos - sólo sobrinos!

Edwin Augusto Méndez Lara said...

¡El infierno les espera por criticar a su excelencia!

Dice en un cuento de "Decámeron" de Geovanni Bocaccio, que un cura en un pueblo italiano, en el confesionario detectaba el ardor del infierno de la jóvenes más bonitas del lugar -las bonitas eran apartadas por la providencia- y las citaba a un exorcismo pues la providencia las había enviado en misión divina, pues el cura eventualmente era poseído del demonio y ellas, las lindas chicas, tenían el lugar del castigo para cuando el demonio se manifestaba y cada vez que "ese" demonio se manifestaba en el cura, mandaba a llamar a alguna de ellas y ellas con la seriedad de la misión divina habría sus piernas, dejando expuesto el infierno para que el cura pudiera -con toda comididad- meter "el demonio" y luego de una lucha sofocante para ambos, el demonio era derrotado, y el mal era vencido con el bien.

Cada vez que ésta manifestación demoniaca sucedía, el oportuno infierno se habría, y el demonio era "quemado".

¿No sería que el Obispo Lugo tenía alguna misión divina que cumplir?

La moraleja es de cada quien.

elultimodepaz said...

La realidad es una y toda acción que trate de invalidarla resulta ser un gran fiasco.
Los curas, igual que todos los mortales, necesitan sus momentos de gloria. Esos sublimes momentos donde uno roza el paraíso.
Como se niegan a aceptar abiertamente la realidad, tienen que hacer sus gracias a escondidas; solo para cumplir las directrices de algunos misóginos homosexuales.
Este problema, que se arrastra desde siempre, es insoluble si se persiste en resistir la fuerte evidencia de la realidad.